Sábado, 11 de Junio de 2016.
Bueno, pues había llegado el día. Tras un periplo de 3 semanas recorriendo estados, ciudades, parques naturales,… llegaba el día en que teníamos que despedirnos de uno de nuestros países preferidos. Más aún: de nuestra ciudad preferida en el mundo. Hoy finalizaba nuestro viaje y regresábamos a casa. Exhaustos pero felices.
Aún teníamos alguna hora por delante antes de que vinieran a recogernos a nuestro hotel para llevarnos al aeropuerto, así que dejamos todo recogido, hicimos el check-out, dejamos las maletas en la consigna y salimos a dar nuestro último paseo por las calles de Nueva York. No llevamos cámaras, así que no hicimos fotos; queríamos, simplemente, pasear y disfrutar sin preocuparnos de nada más.
Comenzamos, cómo no, desayunando en el «Europa Café», para no perder la costumbre, y luego nos encaminamos hacia Bryant Park, por donde dimos un agradable paseo. Ya sabéis que es mi parque favorito de la ciudad -con el permiso del «señor Central Park»- y luego nos acercamos hasta la Biblioteca Pública de Nueva York, que está pegada al parque. Ya la conocíamos de anteriores viajes, pero es un lugar que siempre merece una visita.
Se trata de la segunda biblioteca más grande de Estados Unidos, con más de 3 millones de ejemplares, y con un sistema de búsqueda de los más eficientes del país. Fue inaugurada a comienzos del siglo XX gracias a la donación de dos grandes magnates de la ciudad, quienes donaron sus propias colecciones privadas.
Ocupa un maravilloso edificio neoclásico -muy del gusto de los americanos, ya sabéis- cuya entrada principal está presidida por dos magníficos leones de mármol. Éstos fueron bautizados durante la Gran Depresión por el alcalde de entonces como «Patience» (paciencia) y «Fortitude» (fortaleza), características que, a su juicio, debían tener los neoyorquinos.
El interior es, simplemente, espectacular y estando en la ciudad no deberíais perdéroslo: el impresionante Astor Hall, la Rotonda McGraw o la Rose Main Reading Room… entre otras muchas cosas.
Nosotros dimos una vuelta sin rumbo fijo y viendo alguna que otra exposición (siempre hay alguna en sus salas).
Cuando salimos nos acercamos a una librería que nos encanta, a pesar de no ser de esas que tienen libros antiguos: «Barnes & Noble». Se trata de una cadena muy conocida que hay por todo el país y, en esta ocasión, nos acercamos a la tienda que tienen en la 5ª Avenida, a 5 minutos de la Biblioteca. Ahí ya perdimos del todo la noción del tiempo entre cientos de estanterías que se reparten por sus tres pisos. ¡Hicimos una compra brutal! Fijaos si nos llevamos libros (mucho más baratos de lo que cuestan aquí en España) que tuvimos que solicitar que nos lo enviaran a casa porque no podríamos haberlos metido en nuestro equipaje.
Cuando salimos de allí se nos había echado el tiempo encima, así que nos fuimos a comer. Decidimos hacerlo cerca del hotel y, como ya lo conocíamos y nos había encantado, repetimos en el pub irlandés «O’Lunneys».
Al terminar, nos fuimos al hotel donde recogimos las maletas y esperamos en el lobby a que vinieran a recogernos. Habíamos contratado a través de Viajes Callejeando por el Mundo un shuttle que nos llevase al aeropuerto Kennedy, desde donde salía nuestro vuelo, y a las 14:30, puntualmente, nuestro conductor venía a recogernos.
Tras un trayecto que siempre se hace un poquito largo por el tráfico de Manhattan, llegábamos a la terminal de Delta Airlines desde donde saldríamos hacia Madrid a las 19:30. No hay mucho que contar más allá del típico tiempo de espera en los aeropuertos: algo de lectura, un paseo por sus tiendas, un café… hasta la hora de embarcar, que fue puntual.
Una vez en Madrid, más de lo mismo, hasta coger el vuelo que nos dejaría finalmente en Asturias. Media horita en coche desde el aeropuerto del Principado, y llegamos a casita, donde tocaba descansar y comenzar a pensar en una nueva aventura…
Habíamos pasado tres semanas inolvidables. Tres semanas que quedarán para siempre en nuestro recuerdo. Tres semanas que nos han ayudado a conocer un poquito más de ese gran país que es Estados Unidos. Y tres semanas que no nos han quitado -más bien al contrario- las ganas de seguir viajando por él…
THANKS SO MUCH, USA!!!
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