Roma, la Ciudad Eterna. Nunca me había parado a pensar el porqué de este nombre, la verdad. Pero en cualquier caso, y sea como fuere, para mí, Roma es eterna porque vayas las veces que vayas, siempre está ahí para descubrirte algo nuevo, para enseñarte rincones que nunca antes habías visto (aún cuando pasas por esos lugares una y mil veces), para mostrarte maravillas del pasado, del presente y del futuro… Eternamente.
Es una de mis ciudades favoritas del mundo. De ahí que haya estado ya en cinco ocasiones distintas. Y aún así, creo que no la conozco en absoluto. Ese es una de los secretos de la capital italiana: que siempre te sorprende.
Pero para aquellos que viajen por primer vez a Roma, me gustaría hoy hablaros de los que para nosotros serían “los imprescindibles” en una primera visita. Sin embargo, consideramos que muchos de los sitios que a continuación os exponemos, son de visita obligada vayas las veces que vayas.
(NOTA 1: He procurado ir por orden y poner juntitos los lugares que se pueden visitar seguidos. Así os puede resultar útil a la hora de organizar vuestra visita)
(NOTA 2: Vais a ver que la mayor parte de las fotos no son de muy buena calidad… y es que son de hace tiempo, cuando nuestra cámara no era “muy allá”. Sorry! Por otra parte, hay sitios en los que no tengo fotos, y es que hace tiempo tuvimos un problema con el ordenador y se perdieron muchas. ¡Horror! Habrá que volver para recuperarlas… ¿qué os parece? 😉 )
ZONA NORTE
- PIAZZA DI SPAGNA: ¿Quién no conoce la famosa escalinata de esta Piazza? A pesar de su nombre, hay que decir que fue encargada por el embajador francés allá por el año 1723, cuando intentó llevar a cabo la unión de la plaza con la Iglesia de la Trinitá dei Monti (muy recomendable también, en lo alto de las escaleras); sin embargo, al haber estado un siglo antes allí la Embajada de nuestro país ante la Santa Sede, es por eso que se le conoce como Piazza di Spagna.
Es un lugar de encuentro debido a su situación, aunque si tu intención es quedar en verte con alguien allí, como no vayas a horas tempranas, va a ser complicado encontraros. Mirad, en la siguiente foto podríamos hacer un “¿Dónde está Wally-Lidia?”… jeje…
No os perdáis, si podéis verla entre la muchedumbre, la Fontana della Barcaccia, diseñada por Bernini. Está a los pies de la escalinata.
- VIA CONDOTTI: Sería la Quinta Avenida romana, o sea, la calle donde la gente “de a pie” nos tenemos que conformar con ver los escaparates… nada de compras. La grandes marcas como “Bvulgari”, “Cartier”, “Prada”, “Versace” y un largo etcétera, conforman la calle más cara de la capital italiana. Hacia el sur de la Plaza de España.
Eso sí, hay un lugar que nunca nos perdemos en esa calle: el “Antico Caffè Greco”, el café más antiguo de la ciudad (data del año 1760) y el segundo de toda Italia (sólo lo supera el “Florian” veneciano). Personajes históricos e ilustres, tales como Listz, Goethe, Stendahl, Lord Byron, Wagner y un largo etcétera, pasaron por este local, cuya decoración es recargada y barroca, pero muy especial. Aquí nos hemos tomado de los mejores capuccinos de nuestra vida; eso sí, barato… no mucho.
- PIAZZA DEL POPOLO: Si al finalizar la Via Condotti giramos a mano derecha, podemos seguir por otra calle también muy conocida y comercial (aunque las tiendas de ésta ya son más accesibles a los mortales…), la Via del Corso; al final, encontraremos esta enorme Plaza, con un obelisco egipcio de 24 metros en su centro, otro punto de reunión para los romanos y turistas.
Esta Piazza, ubicada junto a la puerta norte de la ciudad y al comienzo de la Via Flaminia, constituía la entrada a Roma en tiempos del Imperio. Es enorme y, si vais a visitarla, no dejéis de entrar en la Iglesia de Santa Maria del Popolo, donde podréis ver dos pinturas de Caravaggio o las primeras vidrieras de Roma, entre otras muchas cosas interesantes.
- PINCIO: Uno de los montes de la ciudad, situado al norte de una de las 7 colinas de Roma (la del Quirinal). Pasear por sus jardines es una verdadera maravilla y un modo de evadirse del tumulto y el ruido del tráfico; además, las vistas desde aquí de los tejados y de San Pedro son realmente bonitos. Se puede llegar desde la Plaza del Popolo.
- VILLA BORGHESE: Lindando con los jardines del Pincio está esta villa, el mayor parque de Roma, trazado entre 1613 y 1616 para la familia Borghese (familia de nobles italianos que tuvo durante muchos siglos una gran importancia en la historia política y religiosa de Roma). Fue reformada en el siglo XVIII con grandes paseos de arboledas, lagos, fuentes, parques infantiles y hasta un zoo.
- GALLERIA BORGHESE: Situada en la Villa del mismo nombre, no podéis dejar escapar la oportunidad de visitar este museo. Para mí, uno de los mejores de Roma. ¡Y mira que hay! Eso sí: la visita es con reserva previa. Importante recordar esto.
Sergio no lo conoce porque fui en un viaje que hice con mis padres que él no pudo acompañarnos, y siempre le digo que tenemos que volver a Roma, aunque solo sea para que él conozca la Galleria.
Si os gusta el arte (como es nuestro caso), aquí podréis ver obras de Bernini, Rafael, Caravaggio, Tiziano… ¡Una verdadera maravilla! Si me permitís la licencia, he de recomendaros que no os perdáis “Apolo y Dafne”, de Bernini… mi favorita de todas. Jeje…
- VIA VENETO: La calle de “La Dolce Vita”, de Fellini; donde abundaban las estrellas de cine y los paparazzi allá por los años 60. Lugar, hoy en día, de los hoteles y cafés más exclusivos de Roma.
- FONTANTA DEL TRITONE: Si seguimos por la Via Veneto hacia el sur, llegaremos hasta la Piazza Barberini, donde se encuentra esta fuente. Como muchas otras cosas en Roma, ésta también fue diseñada por Bernini para el papa Urbano VIII, siendo una de las primeras fuentes del escultor. Representa a cuatro delfines que sustentan dos conchas de vieira con el escudo de armas de los Barberini (ya que el papa pertenecía a esta familia), sobre las cuales se entroniza el triunfante Tritón. Es una de mis fuentes favoritas de Roma, junto con la Fontana delle Tartarughe.
En la misma plaza, podemos ver el famosísimo “Hotel Bernini”.
- FONTANA DI TREVI: ¿Qué podemos decir de uno de los símbolos por excelencia de Roma? Esta fuente marcaba el lugar donde acababa el Aqua Virgo, un acueducto construido por Agripa, en el año 19 a.C.
Su carácter “vivo” nacen de la postura de Océano, la figura central, y los dos enormes tritones con sus caballos, símbolos del mar quieto y encrespado, respectivamente, que tiran de su carro. Las otras estatuas representan la abundancia y las cuatro estaciones, portando presentes.
Como seguramente ya sabréis, es costumbre lanzar una moneda a la fuente; en este sentido, he oído un par de versiones: la primera, dice que al lanzar la moneda, tienes que pedir un deseo, mientras que la segunda, “simplemente” dice que, al hacerlo, te aseguras tu vuelta a Roma. Lo que sí está claro es la forma en la que hay que lanzar la moneda (explicada por un romano): siempre con la mano derecha, y por encima del hombro izquierdo, por encima del corazón.
Veréis que encontrar esta fuente sin gente es misión prácticamente imposible (a no ser que vayas de madrugada…jeje), pero qué se le va a hacer… Quizás tengáis que “luchar” un poco para haceros un hueco y poder disfrutar de esta maravilla, pero merecerá la pena.
Por cierto, para llegar allí, si venimos de la Fontana del Tritone, podemos bajar por la Via del mismo nombre y nos daremos de bruces con “la Trevi”. Pero algo mejor aún: no hay mejor sorpresa que la de salir del laberinto de calles estrechas que la rodean y encontrarla… Dejad el mapa a un lado, agudizad vuestro oído y seguid el sonido del agua corriendo… ¡es mágico!
ZONA CENTRO
- PIAZZA NAVONA: Ideal para sentarse en una de sus terrazas (no lo más barato que podemos encontrar, eso sí…) y disfrutar de un café o una copa.
Debe su forma elíptica al estadio y la pista de carreras que construyó aquí el emperador Domiciano en el año 86 d.C., así que imaginaos si es grande. El aspecto actual de la plaza es fruto de la reconstrucción efectuada por el papa Inocencio X, allá por el 1644.
Si hay algo que domina la plaza es la fabulosa Fontana dei Quattro Fiumi (de los Cuatro Ríos), cómo no, del siempre presente Bernini. Los 4 ríos que representa son el Nilo, el Ganges, el Danubio y el Río de la Plata; y las 4 esquinas del mundo: África, Asia, Europa y América.
Recuerdo que la primera vez que fuimos a Roma, la Fontana estaba en restauración y no pudimos verla. ¡Qué chasco! Pero de la segunda vez ya no pasó y no dejamos de acercarnos, tanto de día como de noche, cuando la plaza está animadísima y la iluminación hace que la fuente brille más, si cabe.
Por cierto, un buen sitio para tomar algo cuando se está en la Piazza Navona: “Caffè della Pace”, en la Via del mismo nombre. Un sitio frecuentado, ya no por turistas, sino más bien por los propios romanos.
- CAMPO DEI FIORI: El Campo de las Flores, que sería la traducción literal del nombre, pasó por varias “etapas” a lo largo de su historia. En la Edad Media era simplemente un prado con vistas al teatro romano de Pompeyo (hoy, el Palazzo Pio Righetti). En el siglo XV estaba rodeada de posadas y burdeles, algunos regentados por la cortesana Vanozza Cattenei, amante del papa Alejandro VI (el papa Borgia). En 1600, se convirtió en el lugar donde se ejecutaba a los prisioneros condenados a muerte. Y, en el presente, multitud de gente se junta con los vendedores del mercado.
- IL PANTHEON: ¡Ay mi Pantheon! ¿Qué os voy a decir yo sobre él? Mi monumento favorito del mundo mundial… Cualquier cosa que os diga, aparte de que no será nada objetiva, se quedará corta en comparación con la grandiosidad de esta obra de arte. Si es que no os puedo decir más que ¡TENÉIS QUE VERLO! Ya está. Jajaja…
- BASILICA DI SANTA MARIA SOPRA MINERVA: Muy cerquita del Panteón, encontramos este templo excepcional; y lo es porque conserva muchos rasgos góticos, cuando lo que predomina en Roma es lo barroco. Fundada en el siglo VIII sobre las ruinas de un templo consagrado a la diosa Minerva -de ahí su nombre-, la iglesia fue construida en el año 1280.
Si entráis, no dejes de admirar su techo azul, salpicado de estrellas, y la tumba de Santa Catalina de Siena, una de las patronas de Italia.
- IGLESIA DE SAN’T IGNAZIO DE LOYOLA: Un poquito hacia el este de la anterior, esta iglesia puede pasar desapercibida. De hecho, a mí me la descubrieron en una de mis últimas visitas a Roma. ¡Pero qué descubrimiento! El interior es una verdadera maravilla (me doy cuenta de que estoy utilizando mucho esta palabra en este post… jeje… pero Roma es lo que tiene). Además del fresco “La Gloria de San Ignacio” de la bóveda de la nave principal, está la llamada “falsa cúpula”, algo por lo que es conocida esta chiesa. ¡Qué pena haber perdido las fotos! Y qué rabia, porque con ella os podría explicar muy bien eso de la cúpula falsa.
Bueno, el caso es que cuando te sitúas debajo de esa “cúpula” no podría decir otra cosa que la estás viendo… pero no. Se trata de una ilusión óptica. Lo que vemos en realidad, es una pintura en perspectiva, realizada sobre un techo plano. Cuando se mira desde el ángulo adecuado da la impresión de tratarse de un componente arquitectónico real, pero al movernos, el efecto desaparece y nos podemos dar cuenta de “la trampa”.
Tenéis que verlo chicos, de verdad. Es en estos casos cuando uno se da cuenta de la grandiosidad de los artistas de la época. Verdaderos genios.
- PIAZZA VENEZIA: Otra de las grandes plazas de Roma, donde se sitúa uno de los monumentos más llamativos y controvertidos de la ciudad: el Monumento a Vittorio Emanuelle. Dicen, las malas lenguas, que los romanos lo llaman “el pastel de nata” o “la máquina de escribir”… jejeje. Para mi gusto, he de decir que no pega nada ahí donde está, pero bueno, para gustos los colores…
Más allá del polémico “Vittoriano” (como se le conoce coloquialmente), la Plaza de Venecia tiene mucha historia consigo. Era desde un balcón de ésta (uno situado a mano derecha, según se mira al monumento), desde donde Benito Mussolini se dirigía a los italianos en sus largos y acalorados discursos.
Para llegar a la Piazza Venezia si seguimos donde lo habíamos dejado, en la iglesia de San Ignacio, podemos buscar de nuevo la famosa Via del Corso –de la que os he hablado antes- y girar a mano derecha, de este modo recorreremos en dirección sur lo que queda de esta calle comercial hasta dar a la gran plaza.
Pero antes, si tenéis tiempo, en lugar de girar inmediatamente a la derecha para bajar por el Corso, id hacia la izquierda y a unos pasos, encontraréis la Colonna de Marco Aurelio, situada en la Piazza Colonna. Esta gran columna se levantó para celebrar las victorias de las campañas militares de Adriano sobre las tribus hostiles del norte de Europa. Está compuesta de 27 tambores separados, con mármol de Carrara, y toda su superficie está cubierta por una espiral de bajorrelieves, donde se conmemoran episodios de las distintas campañas. En la parte de arriba de la columna, a 50 metros de altura, se encuentra la estatua de San Pablo.
ROMA ANTIGUA
- COLISEO: Al igual que la Fontana di Trevi, este es otro símbolo de Roma. Ningún monumento rivaliza en majestad con Il Colosseo, la mayor estructura que se conserva de la antigüedad.
Su construcción comenzó en el año 72 d.C. por orden de Vespasiano y fue inaugurado por su hijo Tito en el 80 d.C., con un festejo donde se sacrificaron 5000 animales en un solo día, seguido de 100 días de juegos. ¡Ahí es nada! Los últimos toques del estadio, con un aforo para 55.000 asientos, se deben a Domiciano (año 81-96 d.C). Todo el conjunto estaba revestido de mármol travertino, pero los continuos saqueos producidos a lo largo de la historia hicieron que hoy en día sólo se vea la piedra (como ocurre con muchos otros edificios que datan de esta época).
Los juegos que tenían lugar en el Coliseo, eran realmente crueles: criminales, gladiadores, esclavos y animales, encerrados en los fosos, luchaban hasta la muerte; se simulaban batallas navales, inundando la arena en cuestión de minutos mediante canales subterráneos… En fin, pasatiempos de lo más “entretenidos”.
Un consejo para evitar las colas a la hora de sacar la entrada: también se pueden comprar en el Palatino donde las colas no son ni la décima parte. Además, hay un ticket que sirve para 48 horas, así se pueden ver los 3 monumentos que comprende con calma: Colosseo, Palatino y Foro Romano.
- IGLESIA DE SAN PIETRO IN VINCOLI: Justo encima de la parada de metro de “Colosseo”, escondida en una estrecha callejuela, se encuentra esta preciosa y chiquitita iglesia. Toma su nombre de las cadenas (vincoli) celosamente guardadas en el cofre con puertas de bronce que hay bajo el altar mayor. Según la tradición, se dice que son las cadenas que llevó San Pedro mientras estuvo cautivo en la prisión Mamertina.
Pero si por algo es especial esta iglesia y si por algo os la recomendamos, es porque en ella se encuentra una de las esculturas más bellas de Miguel Ángel: “El Moisés”. Sin palabras para describirla. De esas cosas que hay que ver: (la foto está bastante borrosa, lo sé; no tengo otra mejor… ¡ains!)
- FORO ROMANO: Era el corazón civil y político del Imperio Romano. Las ruinas son difíciles de descifrar -es por eso que os recomendamos que alquiléis una audio-guía-, pero el lugar es uno de los más evocadores de la ciudad y recuerda el gran poder que tenía. Como digo, muchas de las ruinas son difíciles de reconocer, pero intentad no perderos el Arco de Tito, el Templo de Saturno, la Curia o la Casa de las Vírgenes Vestales.
Otro consejo: si vais en época de calor, id provistos de agua, una gorra y buena protección solar, porque apenas hay sombras durante la visita y puede hacerse realmente duro, con el sofocante calor romano.
- ARCO DE CONSTANTINO: Entre el Coliseo y la entrada al Foro, podemos ver este imponente arco que, con sus 21 metros de altura y 26 de ancho, es el mayor y mejor conservado de los arcos de la ciudad.
Los arcos triunfales se erigían, por regla general, como monumentos a victorias militares y, en este caso, la de Constantino sobre su rival, Magencio. La mayoría de sus relieves se tomaron de edificios anteriores, en parte por pragmatismo y en parte por el deseo de vincular la gloria de Constantino a la de los días pasados.
- CIRCO MASSIMO: Justo detrás del Monte Palatino, esta gigantesca extensión de hierba, conserva la forma de un estadio capaz de albergar a 300.000 espectadores. Fue creado para satisfacer la pasión de los romanos por las carreras de carros; esas que todos hemos visto en alguna ocasión en las “pelis de romanos”. Buena parte de las piedras originales fueron robadas o utilizadas para levantar nuevos edificios, pero aún se conserva la spina (antigua pared divisoria de la arena), las ruinas del palco imperial y la arena. A día de hoy, es un parque público.
- SAN GIOVANNI IN LATERANO: La catedral de Roma. Hasta el siglo XIV, época en la que los papas se trasladaron al Vaticano, San Giovanni fue la sede pontificia, por tanto, el centro de la cristiandad.
Si estáis por la zona de Coliseo y miráis el mapa, quizás penséis que esta iglesia os queda un poco “fuera de mano”, pero no lo dudéis, porque merece mucho la pena. Tanto su interior como su exterior, son un verdadero tesoro. Podéis llegar hasta allí por la calle que lleva su mismo nombre, la Via San Giovanni in Laterano; de esta forma, también podéis hacer un alto para visitar San Clemente, un conjunto medieval construido sobre una iglesia del siglo IV y los restos de un templo del siglo III. No hay en Roma otro monumento donde se aprecien mejor los estratos de la historia.
TRASTEVERE
Si hay algo que recomendamos hacer en este barrio es, sin duda, deambular por sus calles sin rumbo fijo. Seguro que os llevaréis más de una sorpresa. Además, es un sitio ideal para salir a cenar o de marcha; es la zona donde se reúne la juventud los fines de semana y está llena de cafés, bares y restaurantes. Pero también hay alguna visita interesante que no os debéis perder.
- SANTA MARIA IN COSMEDIN: Antes de llegar al barrio del Trastevere (literalmente, “tras el Tíber”) propiamente dicho, y al otro lado del río muy cerca del Puente Palatino, esta iglesia es muy famosa por algo que todos conoceréis: la Bocca della Verità. Un rostro de piedra del dios Océano, utilizado por los romanos como tapa de alcantarilla. Aún así, no dejamos de pasar por allí y meter la mano en la boca de Océano… sí, turistada total, lo sabemos.
Pero por favor, os pedimos que si os acercáis hasta Santa María, no os quedéis sólo en la cola para hacer la foto… ¡Entrad! Es un verdadero tesoro que, desafortunadamente, pasa desapercibido la mayor parte de las veces.
Es una iglesia bizantina (la única que hay en Roma, si no me equivoco) con un pavimento precioso, púlpitos gemelos, un trono episcopal y un coro de piedra, todo ello decorado con incrustaciones de piedra cosmatesca. (pequeñas piezas de piedra y vidrio, combinadas en franjas de mármol blanco, para obtener diseños geométricos). Es una de las visitas que recomendamos 100%.
- SANTA MARIA IN TRASTEVERE: Oficialmente es uno de los lugares de culto más antiguos de Roma; según se cree, su fundación data del año 222 d.C.Sin embargo, buena parte de la iglesia actual se construyó en el siglo XII, durante el reinado de Inocencio II, miembro de los Papareshi, una importante familia de Trastevere. Si hay algo que llama la atención en Sana María, son los mosaicos, tanto de la fachada, como los del interior.
Es una de las iglesias más tranquilas con las que nos hemos encontrado en nuestras múltiples visitas; siempre tuvimos la suerte de no coincidir con demasiada gente, lo cual es un verdadero placer en una ciudad tan llena de turistas y bulliciosa como la capital italiana.
En el Trastevere, como os decía un poquito más arriba, podéis perder el gusto a la hora de escoger un lugar para comer o cenar, pero si me permitís, os voy a recomendar un sitio muy especial: “La Casetta di Trastevere”. Es un restaurante al que acuden muchos romanos y donde no os podéis perder los rigatoni cacio e pepe y los rigatoni della casetta…. ¡riquísimos! Mmmm….
VATICANO Y ALREDEDORES
No hay viaje completo a Roma sin una visita a este estado independiente y soberano: la Ciudad del Vaticano. Los sitios indispensables aquí son conocidos por todos, ¿verdad?
- SAN PEDRO: Antes de adentrarnos en la Basílica (a la que conviene llegar temprano en ciertas épocas, porque las colas pueden ser kilométricas y desesperantes si os pilla a pleno sol…), atravesar por entre cualquiera de las 284 columnas que conforman la Piazza di San Pietro, es una verdadera pasada. Realmente impresiona ver las dimensiones de la plaza elíptica, en cuyo centro se sitúa el gran obelisco de 25 metros de alto, traído desde Egipto en el siglo I a.C.
Una vez dentro de la basílica, seguramente os quedaréis impresionados (yo lo hice cada una de las veces que entré), ya no tanto por sus grandes obras de arte –que también las hay, por supuestísimo- sino porque uno se da cuenta de que está en la capital espiritual de la Iglesia Católica (y aquí no influye para nada tus creencias religiosas, creo yo), y por su sentido de la proporción y esplendor.
La primera iglesia fue erigida por Constantino en el lugar donde, se cree, fue enterrado San Pedro. Entre 1506 y 1626 fue prácticamente reconstruida, primero según los planos de Bramante y de Antonio da Sangallo, y luego con arreglo a los diseños de Giacomo della Porta, Carlo Maderno y Miguel Ángel. Este último realizó gran parte de la cúpula y Bernini remató el interior y la fachada. Ya veis, todos ellos artistas que, simplemente con oír sus nombres, ya se queda uno maravillado.
¿Y qué ver una vez dentro? Lo primero, lo mejor, lo que más me gusta…. “La Pietà” de Miguel Ángel. MA-RA-VI-LLO-SA. No puedo decir nada más. Según entras a mano derecha. Imperdible.
Un poquito más hacia delante, la estatua de “San Pedro”, de Arnolfo di Cambio. Fijaos en su pie derecho: ¿veis que no tiene los dedos definidos? Esto no es porque el izquierdo lo lleve descalzo y el derecho no… Es porque los peregrinos besan este último, en señal de devoción; tantos años de esta práctica, han hecho mella en la estatua dejándola de este modo.
El Baldaquino de Bernini, situado en el altar mayor y decorado con las abejas símbolo de la familia Barberini, a la que pertenecía el papa Urbano VIII, que ocupaba el papado en el momento de su construcción. (Perdón por la calidad de la foto… es malísima).
Y, cómo no, la cúpula. Se puede subir, y la visita es del todo recomendable porque las vistas de la ciudad desde allí son espectaculares. Eso sí: hay que estar un poquito en buena forma, porque cuesta los suyo…; son escalones pequeños, muchos -320, para ser exactos-, y obviamente, la subida se va haciendo más y más inclinada por la forma de la cúpula. Yo sólo subí una vez; cuando llegué arriba, casi me quedé pegada a la pared (ya sabéis que sufro de miedo a las alturas), pero no descartaría volver a hacerlo. Sí, soy así de “masoca”… jeje. Pero mirad por qué:
- MUSEOS VATICANOS: La entrada no es lo que se dice barata, pero creo que merece la pena pagarla. Y no solo porque al final de la visita uno llega a la Capilla Sixtina, sino también por todo lo que hay que ver en ellos. Eso sí, conviene decidir de antemano cuáles son nuestras prioridades y organizar la visita según éstas, ya que podríamos echar hasta dos días completos para conocer a fondo este conjunto de museos (el recorrido a pie es de 7 km).
Aún así hay varias visitas, digamos “obligatorias”: aparte de la ya nombrada Capilla Sixtina, las salas de las Stanze di Rafaello (todas ellas decoradas con frescos del pintor de Urbino); los aposentos de los Borgia; el grupo grecorromano del “Laocoonte” (una de mis esculturas favoritas); la Sala de los Mapas…
Lo dicho: mejor llevad una idea previa de lo que queréis ver y organizar la ruta según ésta, de este modo, no dejareis nada atrás y tendréis que dar la vuelta, como alguna vez nos ocurrió a nosotros.
¡Ah! Y otro consejo: una buena hora para visitar los Musei Vaticani, es la hora de comer, sobre las 13:30, que es cuando menos gente suele haber.
- CASTEL SANT’ANGELO: Este castillo ha sido cuartel, ciudadela del Papa, tumba imperial y prisión del medievo. Su museo está formado por 58 salas distintas que recorren los 2000 años de este lugar.
Para llegar a él desde San Pedro podemos tomar la Via della Conciliazione, que une en línea recta ambos puntos (en la 3ª foto de las vistas desde la cúpula de San Pedro, se ver bastante bien).
Las piezas que se exponen en el museo están repartidas en cuatro plantas, aunque lo mejor, sin duda, son las vistas que se obtienen desde la terraza, escenario del último acto de la ópera “Tosca”.
Estos son, para nosotros, los puntos básicos para una primera visita a Roma. Claro que hay muchísimo más. Tanto y tanto por descubrir… Por eso siempre es una gozada volver a la capital italiana. Volver una y mil veces. Volver eternamente a la Ciudad Eterna…
**NOTA: Quiero agradecer infinitamente a mi sorella di cuore, Inma, y dedicarle especialmente a ella este post. Ella fue quien me descubrió Roma. Quien me animó a visitarla por vez primera. Con quien pasé horas y horas charlando por las calles romanas que tanto y tan bien conoce. A quien siempre tengo conmigo, como Roma. Ti voglio tano bene, amica!
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