Viernes, 16 de Junio de 2017.
Este fue otro día, digamos de tránsito, en nuestro forzoso cambio de planes. Dejábamos ya los pubs para dormir y nos íbamos a un hotel al uso. Después de mucho buscar el día anterior (y cuando digo «mucho» es mucho xD) encontramos uno de la cadena Ibis en la ciudad de Reading, más o menos a medio camino entre Quenington y Londres. Escogimos esta zona, aparte de la proximidad a Londres por si teníamos que volver antes, porque otras como Oxford -que nos habría gustado mucho- eran extremadamente caras.
El hotel elegido fue el Ibis Styles Reading Oxford Road. Nuestra primera experiencia en un hotel de esta cadena y que no estuvo nada mal.
Lo cierto es que no hay demasiado que contar de este día. Nos levantamos y bajamos a desayunar en el Keepers Arms, recogimos nuestras cosas e hicimos el check-out. Tras despedirnos de la gente, emprendimos camino hacia Reading, que se encuentra más o menos a 90 kilómetros de allí.
De nuevo el trayecto en coche, a pesar de ser gran parte por autopista, hizo que me revolviese un poquito, así que fuimos parando de vez en cuando. En unas dos horas hicimos el recorrido y llegamos sobre las 12:30 al hotel, donde nos íbamos a quedar hasta el lunes, 3 noches en total.
Como llegamos cuando aún no tenían disponible habitación, dejamos el equipaje allí y nos fuimos buscar un sitio donde almorzar. La chica de recepción nos indicó los autobuses que podíamos coger para llegar al centro, pero decidimos ir dando un paseo, y llegamos allí en media hora caminando tranquilamente.
Reading nos resulto muy agradable y nos gustó mucho. No nos importaría volver a pasar más tiempo, porque seguramente hay muchas cosas por descubrir…
Comimos en un «Pret A Manger» (un clásico ya en nuestros viajes), donde yo encontré una bandejita de arroz tipo sushi con un poco de salmón, que pareció que me decía «cómeme». ¡Me sentó fenomenal! Desde había días no comía algo con verdadero gusto y que me supiese tan rico; ya veis, cuando uno está malo, se conforma con bien poco. 😉
Volvimos de nuevo paseando al hotel y cuando llegamos ya teníamos lista nuestra habitación, que resultó ser muy confortable y original…
La verdad que se convirtió en una muy buena base para recorrer lo que nos quedaba los siguientes días. ¡Acertamos de pleno!
El resto de la tarde nos la tomamos para descansar, ponernos al día con la familia y amigos (a quienes no les habíamos contado lo que me había pasado para no preocuparlos), ver alguna peli… En fin, lo que viene siendo no hacer nada. ¡Y a mí me vino de perlas!
Para cenar, bajamos al bar del hotel y nos tomamos algo ligero -sobre todo yo- y de nuevo subimos a dormir. Al día siguiente visitaríamos un lugar que no entraba para nada en nuestros planes iniciales pero que resultó ser todo un descubrimiento. Pero ya sabéis: eso, para otro día… 😉