Jueves, 22 de Junio de 2017.
Hoy era nuestro último día de viaje. ¡Qué pena cuando se acaban! Pero aún nos tocaba pasar un día muy interesante con algunas visitas e itinerarios que llevábamos previstos de antemano.
Y la primera de ellas era una a la que yo le tenía especial gana: La Catedral de San Pablo (St. Paul’s Cathedral). Y es que es uno de los edificios que más me gustan de todo Londres; aún así, solo había entrado en una ocasión hace muchos años, en uno de mis primeros viajes a la ciudad, y ahora quería volver a verla por dentro y no solo por fuera, de pasada.
Habíamos comprado las entradas a través de la página web unos meses antes para asegurarnos de poder entrar sin tener que esperar mucho rato a la cola. Así que con nuestros vouchers nos dirigimos a la entrada oeste de la catedral y en apenas 5 minutos ya teníamos nuestras entradas «originales» y las audio-guías (incluidas en el precio) las cuales nos parecen bastante buenas, ya que están muy bien organizadas por zonas y las explicaciones son bastante amenas y muy fáciles de seguir.
He de decir que dentro de la catedral no hicimos ninguna foto; lo cierto es que ahora mismo ni siquiera estoy segura de si se puede usar la cámara o no en el interior. En cualquier caso, nosotros decidimos centrarnos en las explicaciones que íbamos oyendo en la audio-guía y no centrarnos en sacar fotos.
San Pablo es la iglesia más importante para los londinenses ya que, si la Abadía de Westminster era considerada la iglesia de la monarquía y la aristocracia, St. Paul era la del pueblo. En ella han tenido lugar actos de importancia nacional como los entierros de los dos héroes militares más grandes del país (el Duque de Wellington y el Almirante Nelson), así como el funeral de Sir Winston Churchill o la boda del Príncipe de Gales con lady Diana.
Con una altura de 110 metros es la segunda catedral más grande del mundo, justo por detrás de San Pedro en el Vaticano. Construida en madera por Christopher Wren, fue uno de los muchos edificios afectados por el Gran Incendio de 1666 y tuvo que ser reconstruida en diferentes ocasiones, hasta llegar a convertirse en el impresionante edificio que podemos ver en la actualidad.
Siguiendo las instrucciones de la guía, visitamos parte por parte la catedral: la nave, los pasillos norte y sur, el Monumento a Wellington, los transeptos norte y sur, el gran órgano (impresionante), el coro, el altar mayor, el ábside y la cripta, en la cual pudimos ver tumbas de personajes tan importantes como Nelson, Alexander Fleming (padre de la penicilina) o el propio arquitecto de la catedral, Sir Christopher Wren.
Además del interior, con la entrada también podemos acceder a la cúpula, desde donde se obtiene una de las mejores vistas de Londres. Está formada por tres galerías circulares. Tras un ascenso de 257 escalones, se llega a la «Galería de los Susurros», a 30 metros de altura; se trata de un lugar con una increíble acústica en donde se puede oír hasta el más mínimo sonido producido en el extremo opuesto de la cúpula. He de decir que Sergio y yo probamos, poniéndonos uno a cada lado pero… nada de nada; seguramente era por la cantidad de gente que había en la galería pero por más que insistimos no logramos escucharnos uno a otro.
Si seguimos subiendo otros 376 escalones, se llega a la «Galería de Piedra», que ofrece vistas desde el exterior de la cúpula. Aquí, amigos míos, yo subir subí, pero una vez arriba….¡media vuelta que di! Sergio se quedó pero yo emprendí el camino de regreso, esperándolo en los bancos «en tierra firme».
Por último está la «Galería Dorada», situada a 85 metros de altura. Al bajar, Sergio me dijo que no se había atrevido a subir porque el aire que hacía era muy fuerte y le dio un poco de miedo.
Cuando salimos de St. Paul nos dimos cuenta de que ¡habíamos pasado toda la mañana allí! La verdad es que en ningún momento miramos el reloj y fue el hambre el que nos hizo darnos cuenta de que era ya la hora de comer. Buscamos un pub por los alrededores y, tras alguna vuelta que otra, encontramos «Ye Olde Watling», donde dimos buena cuenta de un plato de fish and chips y hamburguesa con patatas, respectivamente. Un almuerzo típicamente inglés para despedirnos en nuestro último día.
Tras comer, volvimos sobre nuestros pasos hasta llegar al centro comercial One New Change. Pero la idea no era ir de compras, no. Era subir al tejado, donde hay una terraza abierta al público desde donde hay unas vistas muy chulas, sobre todo de la catedral.
¿Veis dónde está toda esa gente? Ahí fue donde Sergio decidió no subir por el fuerte viento que hacía. Obviamente, yo no habría subido ahí ni amarrada. 😉
Volvimos de nuevo a bajar y empezamos una pequeña ruta por la zona de la City, muchas veces olvidada en los itinerarios por Londres y que, bajo nuestro punto de vista, bien merece la pena perderse por ella.
La idea era seguir un poco la ruta que en septiembre del 2016, yo había hecho con mi padre gracias al tour «Londres Macabro» al que nos habían invitado los chicos de Londres en Español (visitas que recomendamos 100%, por cierto).
Desde el One New Change fuimos a ver lo que queda de la antigua iglesia de Christchurch Greyfriars, y es que tras el incendio de Londres y los bombardeos de la II Guerra Mundial, solo queda en pie la torre:
El jardín de la iglesia es un lugar fantástico para descansar y alejarse de todo el bullicio de la City:
A poco más de 300 metros, encontramos una de las iglesias más antiguas de Londres: San Bartolome el Grande (St.Bartholomew the Great). Construida por los agustinos en 1123 como priorato, en ella quedan infinidad de reminiscencias normandas, algo que la hace muy especial; de hecho, desde 1950 está catalogada como monumento clasificado de Grado I, lo que en Gran Bretaña significa que el Gobierno lo considera un edificio de interés excepcional.
Como curiosidad, esta iglesia ha sido escenario de numerosas películas que todos seguro conocéis: «Cuatro bodas y un funeral», «Shakespeare in love» o «Robin Hood, príncipe de los ladrones» (con el maravilloso Alan Rickman).
Decidimos gastar las 6£ que cuesta la entrada y poder visitarla por dentro. Éramos los únicos que estábamos allí. ¡Qué sensación tan fantástica!
Muy cerquita de la iglesia podemos ver la placa de William Wallace. ¿Alguien no recuerda «Braveheart«? Aunque, al parecer, la peli no es un reflejo demasiado fiel de lo que en realidad fue la historia de este héroe escocés. Pues el lugar donde está esta placa se supone que fue donde Wallace fue torturado, ahorcado y desmembrado (casi nada…).
Y al lado, el Hospital de Saint Bart (conocido simplemente como Barts), el más antiguo de Inglaterra; de hecho, ha existido en el mismo lugar durante casi 900 años, sobreviviendo al Gran Incendio y a los bombardeos del Blitz.
Y para los fans -como nosotros- de Sherlock Holmes: el autor sitúa en uno de sus laboratorios el primer encuentro entre el detective y su fiel ayudante, John Watson.
**OJO SPOILER!! Más aún, en la serie británica protagonizada por Benedict Cumberbatch, la terraza del edificio tiene una gran importancia: es aquí donde se lleva a cabo el duelo final entre Sherlock y Moriarty, al final de la primera temporada.
Es más, los fans han «dejado huella» en el lugar donde uno de ellos cae al vacío…
Siguiendo en el mundo artístico, en este caso del cine, continuamos un poquito más adelante por esa calle hasta que damos con el Palacio de Justicia, conocido como Old Bailey por la calle en la que se encuentra y escenario de parte de la película (de la que Sergio es muy fan), «V de Vendetta».
Dejamos este edificio a mano izquierda y bajamos hasta llegar a Fleet Street, conocida como la «calle de los periodistas» por haber sido la sede de la prensa británica hasta la década de 1980. Por ello, algunas fachadas aún conservan nombre de diarios y agencias de prensa, aunque los inquilinos a día de hoy son otros; por ejemplo, las oficinas que ocupaban «The Telegraph» ahora son un grupo de banca e inversión, o la antigua redacción del «Daily Mirror» sirve de cuartel general de una cadena de supermercados.
Con periodistas o sin ellos, lo que sí es cierto es que es una calle por la que merece la pena dar un paseo fijándose en sus cientos de detalles. Uno de ellos, por ejemplo, se sitúa en el callejón al fondo del 187; allí se situaba supuestamente la barbería del «famoso» Sweeney Tood, donde el barbero además de afeitar a sus clientes, los asesinaba, tras lo cual su amiga, cómplice y dueña de una taberna cercana hacía pasteles con su carne y los vendía a sus clientes. ¡Todo muy bonito, vaya! 🙁
Un poco más adelante, casi enfrente del pub «The Old Bank of England», pasando por un callejón, se encuentra la Temple Church (Iglesia del Temple), iglesia templaria donde Dan Brown situó una escena de su famoso libro «El Código Da Vinci».
Cuando llegamos ya había cerrado, así que tuvimos que conformarnos con verla por fuera…
La idea inicial era seguir un poco más por la zona de La City, pero estábamos cansadísimos y no podíamos más, así que decidimos volver al hotel. Al fin y al cabo, aún nos quedaba por organizar las maletas (misión altamente complicada, por otra parte) y poner punto final a este viaje que, aunque algo accidentado, había sido fantástico, nos había permitido conocer sitios que no llevábamos ni pensado y nos había dejado un sabor de boca tan agradable, que no dudamos en que repetiremos escapada por la zona en alguna ocasión.