Sábado, 04 de Junio de 2016.
Después del «ajetreo» que habíamos tenido el día anterior entre el tráfico bostoniano, decidimos no poner el despertador y descansar; al fin y al cabo, ya llevábamos muchos días de viaje y necesitábamos un pequeño respiro…
El plan principal para nuestro primer día en la ciudad era hacer The Freedom Trail, un camino de unos 4 kilómetros que une los puntos más importantes vinculados a la Guerra de la Independencia en la ciudad de Boston, así como algunos otros relacionados con otras libertades adquiridas por sus ciudadanos.
Una vez listos, emprendimos camino hacia el Boston Common -apenas a un kilómetro de nuestro hotel-, el parque público más antiguo de Estados Unidos (1634), y donde está situado el Centro de Información del Trail. Allí se pueden contratar visitas guiadas para recorrer todo el camino; nos pareció interesante, pero en ese momento no salía ninguno y no queríamos perder mucho más tiempo. Además, llevábamos bastante información en nuestra guía y, junto con algún mapa más que cogimos allí (la mayoría son gratis), nos apañamos bastante bien.
Pero antes de empezar, y como aún no habíamos tomado nada para desayunar, decidimos sentarnos en un café que había justo en una de las esquinas del parque: el «Peet’s Coffe & Tea», donde dimos buena cuenta de un par de cafés con bollos ($13.50).
Ya con el estómago lleno y con mapas y cámaras en mano, nos dispusimos a recorrer el Freedom Trail.
Por cierto, deciros que es muy fácil seguir el camino: además de que hay señales que te lo van indicando, si en alguna ocasión no veis ninguna, no tenéis más que seguir la línea de adoquines rojos del suelo. Ella os guiará durante todo el trail.
Una vez que salimos del Boston Common, la primera parada es la Massachusetts State House, con su cúpula revestida de cobre y oro, que marca el kilómetro cero del estado. El 04 de Julio de 1795, Samuel Adams y Paul Revere -dos personajes fundamentales en la Historia de Boston- colocaron la primera piedra de la Casa del Estado, cuya edificación se finalizó en 1798. Esta sede del gobierno estatal sirvió de modelo para la cúpula del Capitolio de Washington DC, y para muchos otros capitolios del país.
Bajando por Park St y haciendo esquina con Tremont St encontramos Park Street Church, cuya aguja de 65 metros de altura lleva señalando la intersección de estas dos calles desde 1810. Fue un encargo de fieles congregacionistas que querían tener un templo en el centro de Boston y, tanto en su día como actualmente, es uno de los más influyentes de la ciudad.
Esta iglesia se hizo famosa por apoyar causas abolicionistas; de hecho fue en ella donde, el 04 de Julio de 1829, un joven acérrimo antiesclavista, William Lloyd Garrison, pronunció su primer discurso por la causa desde el púlpito de esta iglesia.
Justo al lado de la iglesia está el Granary Burning Ground, cementerio que data del año 1660, y donde yacen los restos de tres destacados signatarios de la Declaración de Independencia: John Hancock, Samuel Adams y Robert Treat Paine.
La disposición de las lápidas de piedra, que han aparecido en varias películas y series de tv, es producto de una remodelación moderna; por ello son pocas las lápidas -si es que hay alguna- que señalen el verdadero emplazamiento de la tumba de la persona correspondiente. De hecho, hay una teoría que dice que ni siquiera los restos Hancock están realmente aquí: la noche en que fue enterrado, unos ladrones de tumbas le cortaron la mano con la que había firmado la Declaración y, según algunos estudiosos, sus restos desaparecieron durante el transcurso de algunas obras en el siglo XIX.
Quienes sí que están enterrados aquí son los padres de Benjamin Franklin, uno de los Padres Fundadores de Estados Unidos, que nació en Boston. En el centro del cementerio hay un obelisco en memoria de los progenitores de este importante personaje de la Historia del país:
Además también aquí podemos ver la lápida de otro de los hijos más célebres de la ciudad y que, durante este post, os nombraré en diversas ocasiones: Paul Revere. Este hombre, un orfebre y patriota francmasón, es recordado por su rol como mensajero en distintas batallas de la Guerra de la Independencia; de hecho, su conocida «Cabalgata Nocturna» es reverenciada en Estados Unidos como un símbolo de patriotismo. Revere ayudó además a organizar un sistema de espionaje y alarma para vigilar los movimientos de las tropas británicas durante la guerra.
Tras salir del cementerio continuamos nuestro camino por el Freedom Trail, hacia el siguiente punto. Pero antes, y de forma casual puesto que la zona estaba llena de andamios por unas obras en la fachada, encontramos un -para nosotros- tesoro escondido: la tienda de libros antiguos «Commonwealth Books». ¡Una pasada! Claro que a nosotros nos encantan estos lugares, así que no nos lo pensamos dos veces e hicimos un alto en el camino para sumergirnos entre un montón de libros, buscando alguno que nos gustara… ¡y había muchos! Finalmente, y tras un buen rato de «investigación», Sergio se compró uno (sigue con su pequeña colección de libros antiguos de viajes) que data del año 1873. Y lo guarda como lo que es: una joya.
Siguiente parada del recorrido, a apenas 250 metros de la librería: la King’s Chapel. Los oficiales de la Corona Británica, fieles a la iglesia anglicana, asistían a una capilla construida en 1688 en este lugar. Cuando el gobernador de Nueva Inglaterra creyó necesario un templo más grande, levantó el edificio que vemos en la actualidad, alrededor de la capilla original, que era de madera.
El interior de la capilla está considerado como un de los mejores ejemplos de la arquitectura georgiana en Norteamérica. El púlpito, con forma de cáliz, es uno de los más antiguos del país. La altura de los techos, la anchura de los arcos y la transparencia de las ventanas, realzan el sentido de amplitud y luminosidad de este templo.
Nosotros entramos dentro y la verdad es que nos impresionó mucho: es preciosa. Además, en el interior hay guías voluntarios a los que les puedes hacer preguntas acerca de la capilla, algo que nos pareció muy interesante y que no dudamos en «utilizar» para nuestras saciar nuestra «sed de conocimiento»…jiji…
Justo al lado de la King’s Chapel, siguiendo por School St, encontramos la Boston Latin School, la primera escuela pública de América, que ofrecía educación gratis a los niños, ya fueran ricos o pobres. Benjamin Franklin fue uno de los alumnos que acudieron a esta escuela; de hecho, justo delante del edificio hay una estatua en su honor. Estatua que nosotros no pudimos ver, ya que la estaban restaurando… solo vimos el pedestal.
En la esquina de la calle School con Washington St, encontramos el edificio de la Old Corner Bookshop, el edificio comercial más antiguo de Boston. Hoy en día alberga una cadena de restaurantes: el «Chipotle Mexican Grill». Un cambio de lo más radical… y yo diría que un poquito penoso…
A mediados de la década de 1800, este lugar era el centro de la edición de libros en América, cuando Boston era considerada la meca de la literatura. Desde aquí la editorial «Ticknor & Fields» producía trabajos de los más ilustres escritores norteamericanos, entre los que se encontraba Louisa May Alcott, que seguramente todos conoceréis por su libro «Mujercitas», uno de los primeros que yo leí cuando era pequeña y que, a día de hoy, sigue siendo uno de mis favoritos.
Durante el apogeo de la Bookstore esta intersección de calles era conocida como «La esquina de Parnaso», en referencia al monte del mismo nombre, considerado en la mitología griega como la patria de los poetas.
Si bajamos unos metros hacia el sur por Washington St, nos encontramos con Old South Meeting House, otro punto muy importante del Freedom Trail. Construido en 1729 como un templo puritano, este edificio con una aguja octogonal, era el lugar de reunión más grande del Boston colonial, lo que aprovecharon los agitadores rebeldes autodenominados «Hijos de la Libertad»: durante una marcha de protesta, el 16 de diciembre de 1773, Samuel Adams realizó aquí un discurso que favoreció la preparación del «Boston Tea Party» (el motín durante el que se lanzó al mar un cargamento de té proveniente de Gran Bretaña; fue un acto de protesta de los colonos americanos contra este país, y está considerado como un precedente de la Guerra de la Independencia de Estados Unidos). Hoy en día, en el edificio pueden verse diversas exposiciones que recrean la dureza de aquellos días.
Desanduvimos un poquito lo que bajamos desde la Old Corner Bookstore, y seguimos hacia el norte por la misma calle hasta llegar a Old State House, sede del gobierno colonial británico entre 1713 y 1776.
El león y el unicornio reales aún decoran las esquinas de la fachada este:
Tras la independencia, la asamblea legislativa de Massachusetts tomó posesión del edificio que, desde entonces, se destinó a múltiples funciones: mercado, bolsa mercantil, logia masónica, Ayuntamiento…
Las bodegas ocupan hoy en día una estación de metro y, en sus otras dos plantas, se reúnen recuerdos de la «Masacre de Boston», un día recordado en la Historia de la ciudad y de todo el país, que se considera como la primera chispa de lo que luego se llamó la revolución estadounidense contra los británicos. Un círculo de adoquines situado delante de la fachada de Old State House señala el lugar de dicho acontecimiento:
Continuamos el camino hasta dar con Faneuil Hall y Quincy Market, ambos uno al lado de otro.
El primero, un edificio georgiano de ladrillo, regalo del comerciante Peter Faneuil a la ciudad, siempre ha sido mercado municipal y centro social. Las reuniones anti-británicas llenaban siempre el lugar y fue aquí donde Samuel Adams planteó la unificación de las colonias contra el yugo de los ingleses y su lucha por la independencia, de ahí que al Hall se le conozca como «La Cuna de la Libertad».
En cuanto al Quincy Market es un complejo de tiendas y restaurantes que se creó a partir de los edificios del antiguo mercado de Faneuil Hall, durante la década de 1970. La estructura central, consta de un imponente edificio neoclásico de granito -muy de influencia griega-; las cuatro columnas dóricas de la fachada fueron, en el momento de su construcción, las piezas de granito más grandes cortadas en el país.
El vestíbulo, de 163 metros de longitud, está lleno de puestos de comida rápida. Nuestra primera idea era comer algo por allí, pues justo era la hora de almorzar, pero había tantísima gente y estábamos tan cansados, que decidimos que mejor nos buscábamos un restaurante y nos sentábamos a gusto un rato.
Como la zona de Little Italy no quedaba muy lejos de allí, y nos pillaba de camino hacia la siguiente parada del Trail, decidimos buscar un sitio en ese barrio. No nos disgustaba para nada comer en alguna de las trattorie que vimos, así que ¡decidido! Hoy comeríamos en Italia. 😉 Entre muchos restaurantes que vimos nos decantamos por uno llamado «Artu» y la verdad que comimos muy bien: unos antipasti, un par de platos muy abundantes de pasta y dos cafés (de los de verdad, como dice Sergio) por $61; no fue nada barato, pero ya nos habíamos dado cuenta que los precios de Boston no son lo que se dice para ahorrar…
Habiendo almorzado fenomenal y descansado un buen rato, seguimos con la ruta. Y el siguiente punto estaba justo al lado del restaurante:la Casa de Paul Revere. Se trata de la vivienda particular de tablilla más antigua de Boston. Desde aquí, Revere emprendió en 1775 su legendaria «Cabalgata Nocturna», de la que más arriba os hablaba, para alertar a sus compatriotas de la llegada de las tropas británicas.
Las ventanas con postigos de plomo y su puerta principal la convirtieron en un ejemplo de la arquitectura estadounidense del siglo XVII. Nosotros quisimos entrar a hacer la visita, y así lo hicimos, pagando cada uno $7. Es una visita cortita, pero muy interesante: tres habitaciones que contienen piezas de la época (muebles originales de la familia, objetos del taller de Revere, billetes coloniales…).
A mediados del siglo XIX, el edificio se salvó de ser derruido gracias aun biznieto de su dueño original.
Siguiendo nuestro camino de baldosas rojas (… el del Mago de Oz eran amarillas, ¿verdad? jeje…), y atravesando el Paul Revere Mall -ya os dije que este nombre iba a aparecer mucho en este post-…
… llegamos a otra iglesia: Old North Church. Es el edificio religioso más antiguo que se conserva en Boston (1723) y su nombre oficial es el de Iglesia Episcopal de Cristo. Es una construcción georgiana de ladrillo, que se hizo célebre en abril de 1775, cuando el sacristán de entonces ayudó a Paul Revere en su misión, colgando en el campanario dos faroles, para alertar a los patriotas del avance de las tropas británicas. Su torre contiene el conjunto de campanas más antiguas de todo el país.
Y en esta zona fue donde hicimos otro pequeño descubrimiento. Atención a los que, como yo, sois chocoholic o adictos al chocolate 😉 Se trata de la tienda «Captain Jackson’s Historic Chocolate Shop». Con solo entrar, su olor ya no me dejaba moverme de allí. ¡Jajajaja! En ella los visitantes podemos, no solo oler, sino tocar y saborear el chocolate tal y como lo trataban durante el siglo XVIII. Y es que esta es la única tienda de este tipo que existe en Nueva Inglaterra, donde quienes trabajan allí (vestidos con ropas de la época) explican la historia del este alimento, te permiten curiosear e incluso utilizar los instrumentos con los que se trabajaba el producto y ¡por supuesto! donde puedes comprar uno de los mejores chocolates que yo haya probado en mi vida. Como os podéis imaginar, «algo» de chocolate compramos antes de irnos… 😉
Después de este pequeño paréntesis, continuamos con la visita de los lugares del Freedom Trail, y el siguiente era el Cementerio Copp’s Hill. Construido en 1659, es el segundo cementerio más antiguo de Boston. Aquí están enterrados personajes históricos como Robert Newman, el sacristán del que os hablaba más arriba, que colgó los faroles en la Old North Church, o Edmund Hartt, constructor del USS Constitution (que más tarde visitaríamos).
Desde el cementerio hasta el siguiente punto del recorrido hay un trecho más grande de lo que había sido habitual hasta entonces: como un kilómetro y medio, durante el cual hay que cruzar el Puente Charlestown y adentrarnos en el llamado North End.
Y ahora un poquito de Historia para situaros en la siguiente visita:
Tras la batalla de Junio de 1775 contra los ingleses, los estadounidenses lograron contener a los primeros hasta que George Washington les obligó a retirarse un año después. En 1794 se erigió una columna en honor al líder de los independentistas, que era de Boston, pero lo habitantes consideraron que el suceso merecía algo más. Así, en 1823, se comenzaron a recaudar fondos para el Bunker Hill Monument, uno de los últimos puntos del Trail. La primera piedra de este obelisco de granito de 67 metros de altura se colocó en 1825 y fue inaugurado en 1843.
Se puede subir arriba, desde donde se obtienen unas vistas muy chulas de puerto de Boston. O eso dicen, porque nosotros no «nos atrevimos» con los 294 escalones que hay por delante hasta alcanzar la cima. Y es que estábamos ya demasiado cansados para un desafío así.
Así que pusimos rumbo hacia abajo, hacia el último punto del camino: el USS Constitution. Este buque de guerra estadounidense, el más antiguo que sigue a flote, fue usado para proteger la flota de los piratas del Mediterráneo. En la guerra de 1812 se ganó el apodo de «old ironsides», porque las balas de los cañones rebotaban en su armazón durante una de las batallas contra los ingleses. En su activa vida salió victorioso de todas las contiendas, un total de 42, capturó 20 naves y nunca fue abordado.
En 1997 se remodeló para conmemorar su bicentenario y salió a navegar después de un siglo. Hoy en día, cada 04 de Julio navega por el puerto y se vuelve a amarrar a la dársena en posición contraria para garantizar el equilibrio entre sus lados.
La visita al barco es completamente gratuita, eso sí: es necesario llevar los pasaportes puesto que los piden para poder acceder a él. Es una visita muy chula y no se tarda demasiado, porque no es muy grande.
Una vez bajamos del barco dimos una vuelta por los alrededores, desde donde se obtienen unas vistas magníficas del skyline de la ciudad:
Después de unas cuantas fotos, dimos la vuelta hacia el puente que antes habíamos cruzado para coger el metro en la parada de North Station. Estábamos demasiado cansados para desandar todo lo que habíamos andado desde esa mañana, así que el transporte público era la mejor opción. Concretamente cogimos la Green Line hasta la parada de Arlington. Esa fue la única vez que usamos el metro en Boston y menos mal, porque pagamos la friolera de $2.65 cada uno por un trayecto que duró apenas 15 minutos.
La parada de Arlington está en una de las esquinas del Boston Common, donde hicimos un poco de tiempo tranquilamente sentados en un banco y haciendo fotos, hasta que nos fuimos a cenar a un lugar que no podía faltar en un viaje a la ciudad: «Where everybody knows your name…»
¡Siiii! Estábamos en «Cheers». ¿Quién no recuerda esa mítica serie de tv? ¡Yo no me la perdía!
Y este era el pub original, el que está situado en Beacon Street. De hecho, en la parte superior está la barra del bar de la tele; la pena fue que no pudimos verla bien (solo nos asomamos un poco) porque se estaba celebrando una fiesta privada.
Eso sí, cenamos de fábula y nos tomamos nuestras buenas cervezas -bueno, lo mío era cider-…
Con un día de lo más completito y en el que nos habíamos dado cuenta de lo bonita que es la ciudad, nos fuimos caminando de vuelta al hotel. ¡Por Boston! CHEERS!!!!