Domingo, 18 de Junio de 2017.
Hoy era un día muy esperado por los dos desde el comienzo del viaje; y si bien durante la organización del mismo no lo teníamos del todo claro, los consejos y las buenas opiniones de nuestros amigos viajeros que ya lo conocían, nos hicieron tomar la decisión final. ¡Hoy nos íbamos a conocer Stonehenge!
Yo ya estaba muy recuperada, así que la hora y cuarto que, aproximadamente, nos llevó llegar al Centro de Visitantes, no se me hizo muy cuesta arriba. Menos mal, porque ya hasta le había cogido manía al coche ¡pobrecito! Jeje…
Las entradas ya las habíamos comprado con anterioridad, a través de la página web del English Heritage, y el precio fue de £18.20. Hay que escoger una hora de entrada y nosotros teníamos para las 10 de la mañana, una de las primeras.
Llegamos con antelación y una vez dejamos el coche en el parking (el cual yo había leído que costaba £5, pero resultó ser gratis) nos dirigimos a la ventanilla de venta anticipada con nuestros billetes, donde nos dieron el ticket «oficial», así como un par de libros-guías en español.
Hay varias posibilidades una vez en el complejo, pero nosotros teníamos claro dónde iríamos primero: al Círculo de Piedras, icono del lugar y de Gran Bretaña. Para ello, tomamos el shuttle que en unos 10 minutos te deja allí:
Con una historia que abarca 4500 años, al Círculo de Piedras se le atribuyen diversos significados, aunque nada se sabe a ciencia cierta. Lo que sí es cierto es que es una de las maravillas del mundo, un lugar lleno de espiritualidad y una fuente de inspiración.
Y a pesar de que ya había algo de gente cuando llegamos, todas estas sensaciones las pudimos sentir mientras rodeábamos el círculo, sin prisa, haciendo mil y una fotos, parándonos a observar todos los detalles y disfrutando del misticismo que se respira en el ambiente… ¡Nos dejó maravillados!
Creo que perdimos completamente la noción del tiempo alrededor del Círculo y, aunque si bien es cierto que había mucha gente, ni siquiera nos importaba, de tan a gusto que estábamos…
De regreso al Centro de Visitantes (la cola para coger el shuttle a las Piedras era ahora inmensa), nos metimos de lleno en el museo donde pudimos disfrutar, nada más entrar, de ‘Standing in the Stones’: se trata de una exposición audiovisual de 360 grados dentro de las Piedras que nos permite ver pasar el tiempo. De esta forma pudimos experimentar lo que se siente al estar dentro del Círculo durante los solsticios de invierno y verano.
A continuación, está la exhibición propiamente dicha, donde más de 250 objetos y tesoros arqueológicos descubiertos en el terreno son mostrados todos juntos. Además, se exponen varios vídeos con diversas explicaciones y, por si aún te quedan dudas, puedes acudir a varios guías con cualquier consulta que quieras hacer sobre Stonehenge.
Alrededor del Centro de Visitantes podemos ver y entrar en las Casas Neolíticas, y así imaginarnos cómo era la vida de sus habitantes hace 4500 años:
Dentro de ellas hay guías que te explican todo lo que quieras saber, puedes probar las «camas» que usaban, te dejan coger las herramientas utilizadas para cazar, coser,… Todo muy interesante y las explicaciones son súper entretenidas. ¡Un 10 para los guías de Stonehenge! Bueno, de hecho… ¡¡un 10 para todo Stonehenge!! Recomendadísimo.
Se aproximaba la hora de comer y decidimos, un poco sobre la marcha porque no lo llevábamos muy pensado, acercarnos a Salisbury, a unos 15 kilómetros al sur. Nos llevó unos 20 minutos llegar y un poquito más aparcar, con lo que el hambre ya apretaba cuando encontramos un lugar donde almorzar. Nos decantamos por el «Cafe Rouge», un bistró francés donde nos atendió un chico italiano amabilísimo y degustamos un plato de pollo y otro de pato que estaban de rechupete. Mi estómago ya empezaba a responder como es debido, cosa que no podía alegrarme más, después de los días tan malos que había pasado.
Después de comer nos perdimos callejeando un poco sin rumbo por las calles de Salisbury, ciudad que nos pareció muy coqueta…
Pero si algo llama la atención en esta localidad es su espectacular catedral:
Situada a las afueras de la ciudad, sin edificios que la rodean y en una gran extensión verde, la Catedral de Salisbury es una de las más bonitas e impresionantes que hemos visto en nuestra vida.
No os voy a aburrir con temas de su arquitectura y demás, pero sí he de deciros que si tenéis la oportunidad, no podéis dejar de visitarla. Además, tiene una Historia de lo más interesante.
Cuando nosotros llegamos se estaba celebrando un acto religioso, así que no pudimos deambular por su interior como nos habría gustado; solamente pudimos sentarnos en uno de los bancos y observar desde allí su espectacular interior. Eso sí: el ambiente era una pasada, con música de órgano y un coro cantando…
Por donde sí pudimos pasear a nuestro antojo fue por el claustro que quizás, y habiendo visto su exterior e interior, fue lo que menos nos llamó la atención.
Tras un rato en la Catedral, salimos y dimos un último paseo por Salisbury, haciendo alguna que otra compra, y pusimos ya rumbo de vuelta al hotel, donde pasaríamos la última noche antes de emprender la última parte de nuestro viaje.
Hoy había sido un día mucho mejor de lo que nos habíamos imaginado. Y es que las imágenes y la sensación que nos había dejado Stonehenge se quedarán siempre con nosotros…